La pandemia ha durado más tiempo de lo que muchos imaginábamos. No ha sido sencillo, especialmente para aquellos que han vivido de cerca alguna tragedia. Para ellos, mi más profundo respeto y solidaridad. Estamos escuchando desde hace más de un año en los medios de comunicación sobre este tema y, en términos de análisis, prácticamente todo está dicho, pero existe una anomalía en nuestra precepción que me parece importante hacer notar.
Estamos ansiosos por entrar en la “nueva normalidad”, como ahora muchos llaman al fin de la crisis. Quizá, queremos regresar a las mismas formas y costumbres que teníamos antes de la pandemia y queremos pretender que no ha pasado nada, que todo regresará a ser igual, aunque con algunos cambios. ¿Por qué inconscientemente queremos eso? Es muy sencillo: porque nos resistimos al cambio. Estamos siempre empeñados en operar dentro de nuestra zona de seguridad y si salimos de ella, instintivamente nos urge regresar. Creemos que el impacto económico y social que nos trajo por consecuencia la pandemia es algo anormal, ¿no será exactamente lo contrario? ¿No será que lo normal es vivir de crisis en crisis como resultado de un continuo cambio en todos los aspectos? ¿No será que hemos llegado como género humano hasta el día de hoy gracias a nuestra capacidad de adaptación? La historia nos enseña precisamente eso, que el cambio es lo normal, nuestra percepción es la que no lo distingue y nuestras emociones siempre buscan refugio en escenarios que nos hacían sentir seguros, especialmente cuando el cambio se expresa de forma repentina y abrupta, como es este caso. Hace poco más de 10 años, vivimos algo muy parecido, aquella vez por efecto de una crisis financiera global iniciada por modelos piramidales de hipotecas en Estados Unidos que no fueron sostenibles. Muchos se refieren a ella como la crisis financiera del 2008. Y antes de eso, en el 2001, también en Estados Unidos, un ataque terrorista al World Trade Center de Nueva York cambió el mundo. Y en el año 2000 fue la burbuja de Internet; en 1997 la crisis de Asia; en 1994, el error de diciembre en México; en 1987 el lunes negro del Dow Jones; en 1929 la gran depresión; en el siglo V la caída del Imperio Romano de Occidente; y así un largo etcétera hasta el principio de los tiempos.
Todas esas crisis son el resultado de algún cambio que se llevó tiempo en madurar. Son hechos históricos muy bien acotados que desvían el curso de lo que en ese momento se conocía como normalidad. Pero nuestro paso por la historia es tan corto que cuando vivimos un evento de crisis, nos parece anormal. Lo normal, es el cambio. Siempre ha sido así y lo seguirá siendo. El problema es que nos cuesta mucho trabajo detectarlo durante su gestación, pero lo llamamos posteriormente crisis en su estallido o manifestación evidente.
En un contexto empresarial, sucede lo mismo. Las empresas aferradas a sus estructuras estáticas incapaces de cambiar para continuar ofreciendo un valor agregado a sus clientes, desaparecerán. Buscan regresar a la zona de confort y niegan inconscientemente que el mercado cambió, o peor aún, que imperceptiblemente está cambiando. Y puede ser tan paulatina esta experiencia de cambio que cuando se logra identificar y se quiere hacer algo, ya es demasiado tarde. Empresas como Pan-Am, Blockbuster, Sony Ericsson, Atari, Lehman Brothers, Texaco, entre otras tantas, son un claro ejemplo de ello, líderes que no se adaptaron al cambio, que poco a poco se van deteriorando y que finalmente sucumben.
¿Estás ansioso por que llegue la nueva normalidad? ¿Quieres regresar a tu zona de confort y trabajar como lo hacías antes o estás haciendo la transformación necesaria en tu organización para que los cambios sean siempre oportunidades lejos de ser riesgos? No puedo dejar de citar a uno de los personajes que más nos ha hecho conscientes sobre este tema, Charles Darwin: “No es la especie más fuerte o inteligente la que sobrevive sino la que mejor responde al cambio” y llevado este principio al ámbito empresarial, es exactamente lo mismo. Si este concepto de adaptación es parte del ADN de tu empresa, te felicito. Tus probabilidades de éxito serán muy altas. Trabaja en crear una organización adaptativa, que sepa responder rápidamente al mercado, al cliente, a las regulaciones, a los sistemas políticos y aprovecha el cambio para que sea un factor de crecimiento ya que siempre estará ahí para acecharte o brindarte nuevas oportunidades.
Por favor, comparte tus ideas, experiencia, logros, errores, trayecto o los planes que tienes para que tu organización sea altamente adaptativa. Todos necesitamos de todos.
Sobre el autor: Vicente Viniegra cuenta con alrededor de 30 años de experiencia en el sector de tecnología y de consultoría en áreas de ventas y negocios. Es socio fundador de Pridecta, firma especializada en servicios de transformación digital, desarrollo organizacional y en preparar empresas para llevarlas a fondos de inversión.
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